Primero guionista, luego director, Barry Levinson tiene un especial talento para las historias nostálgicas y de familia. Supo brillar en los 80 cuando "el hombre de la lluvia" le dio el Oscar, y ha mantenido lazos estrechos con dos grandes actores, Dustin Hoffman y Robin Williams. En la frontera entre el artesano buen contador de historias y el artista puro y duro, alguna vez ha sabido cruzarla para dar grandísimas películas.
Barry Levinson nació el 6 de abril de 1942 en Baltimore, Maryland, Estados Unidos. Precisamente su terruño y raíces ruso-judías inspirarían uno de sus filmes más personales, Avalon (1990), que tiene un punto de vista nostálgico proporcionado por un niño, encarnado por el entonces prometedor Elijah Wood.
El futuro guionista y director pasó por la Escuela de Comunicación de la American University en Washington, pero le pudo más la aventura, y marchó a Los Ángeles dispuesto a probar fortuna como actor y guionista; para ello se introdujo en el mundo de las variedades. Ocurrente e imaginativo, supo abrirse camino escribiendo sketches para los shows televisivos de Martin Feldman y Carol Burnett.
Mel Brooks supo apreciar el talento de Levinson, y filmaría colaborando con él dos de sus guiones, La última locura de Mel Brooks (1976) y Máxima ansiedad (1977). Con su primera mujer, Valerie Curtin, con la que estuvo casado entre 1975 y 1982 escribió el guión de Justicia para todos (Norman Jewison, 1979), trabajo por el que ambos estuvieron nominados al Oscar. El trabajo conyugal de escritura daría pie a los libretos de Amigos muy íntimos (Norman Jewison, 1982) e Infielmente tuya (Howard Zieff, 1984), remake del film homónimo de Preston Sturges. El matrimonio firmó también el guión de Max's Bar (Richard Donner, 1981), film impregnado de una nostalgia que enseguida se trasladó a las primeras películas de Levinson como director. Es el caso de Diner (1982), donde cinco amigos que suelen reunirse en un garito al final de la década de los 50 deben pensar en madurar. Levinson firmó el guión en solitario y fue nominado al Oscar. Tras su divorcio, se casaría con Diana Rhodes, que tenía ya dos hijos, y con la que tuvo otro dos.
La nostalgia vuelve a estar presente en El mejor (1984), ambientada en el mundo del béisbol y más comercial, donde filma un guión ajeno con pesos pesados como Robert Redford, Glen Close y Kim Basinger. También hay nostalgia en las aventuras juveniles de Sherlock Holmes y el doctor Watson en El secreto de la pirámide (1985), donde el libreto, que no parte de las novelas de Arthur Conan Doyle, se lo proporciona Chris Columbus.
En 1987 vuelve a manejar libreto propio en la comedia Dos estafadores y una mujer, y uno ajeno en Good Morning, Vietnam, películas más lograda, con un Robin Williams inconmensurable como alocado locutor de radio que, sin pelos en la lengua, anima a los soldados americanos en Vietnam. En cualquier caso el terreno está de sobras abonado para Hollywood se rinda a sus pies premiándole como director en la multioscarizada Rain Man (1988), que también gana mejor película además de dar el premio gordo a Dustin Hoffman como el hermano autista de Tom Cruise en una película entrañable, que combina a la perfección drama y comedia; la cinta se llevaría además el Oso de Oro en Berlín.
Recién “coronado” se puede permitir ejercer como productor en un film tan personal como Avalon (1990) –su guión opta al Oscar– o en la audaz y poco comprendida Toys (1992), nostalgia de la niñez y de los juguetes inocentes. En cambio, aunque cuenta para los Oscar, Bugsy (1991), biopic del famoso gángster Bugsy Siegel con Warren Beatty y Annette Benning resulta demasiado fría. A partir de este momento producirá sus filmes como director, y también los de otros como La princesita (Alfonso Cuarón, 1995) y Donnie Brasco (Mike Newell, 1997), o series televisivas como Homicidio (serie).
La española Victoria Abril protagonizó con Joe Pesci Jimmy Hollywood (1994), un verdadero fiasco. Levinson se agarra a valores seguros, y pone su profesionalidad al servicio de la adaptación de dos best-sellers de Michael Crichton, Acoso (1994) y Esfera (1998). Arriesga más en cambio con Sleepers (1996), donde él mismo lleva a cabo la adaptación de los duros recuerdos autobiográficos de Lorenzo Carcaterra, sobre su pandilla en Nueva York en los 60 y los abusos en un correccional; la añoranza sigue pues presente en el cine de Levinson. También hay coraje en la sátira política La cortina de humo (1997), donde vuelve a coincidir con Dustin Hoffman por tercera vez, y en que no le duelen prendas al colaborar con un guionista de prestigio como es el también dramaturgo y director David Mamet.
A partir de este momento la estrella Levinson declina, sigue haciendo buen cine, pero no está en primera línea. Liberty Heights (1999) sigue su veta nostálgica, pero sin el brillo de antaño. Bandits (2001) es graciosa, pero decididamente Envidia (2004) y El hombre del año (2006) –con su segundo actor fetiche, Robin William, el otro es Dustin Hoffman– no permiten reconocer al cineasta que fue. Más entonado está en Algo pasa en Hollywood (2008), nueva asociación con Robert De Niro tras La cortina de humo, y preciso es reconocerle valor en la historia del siniestro Jack Kevorkian, el doctor Muerte ejecutor de eutanasias en la tv-movie No conoces a Jack (2010).
Ahora está a punto de estrenar The Bay, un thriller ecológico, y tiene previsto volver a transitar por territorio gangsteril en un biopic de John Gotti.