Algunas de las personas que le conocieron comentan que vivió como una reina y murió como un cuasi pordiosero. Paco España fue uno de los primeros artistas de su generación que subió a los escenarios vestido de mujer cuando aún no había muerto Franco. Durante varios años, saboreó las mieles del éxito de su arte y ganó dinero a espuertas. Arrancó carcajadas y aplausos con sus canciones, bailes y frases marca de la casa (como "Damas, caballeros y mariquitas simpatizantes"), se codeó con la flor y nata del folclore patrio, y hasta despertó celos y envidias. Pero los tiempos de las vacas gordas marcharon, y su incapacidad de reinventarse para conservar su lugar entre los transformistas del momento le condujo a la ruina y el olvido.
Francisco Morera García, más conocido por su alias Paco España, nació en Las Palmas de Gran Canaria el día 20 de noviembre de 1945, pocos años antes de que Franco introdujera a los homosexuales como ciudadanos a perseguir dentro de la Ley de Vagos y Maleantes (curiosamente, vino al mundo el mismo día que el dictador se fue al otro barrio —aunque 30 años antes—). Tenía carisma ya desde muy pequeño, y más de una vez cantó en las parroquias y los festivales infantiles que se organizaban en su zona, y se presentó en las emisoras locales de su ciudad imitando a Joselito. "Cantaba canciones del cancionero español", explicó acerca de sus primeras inquietudes artísticas. "Estaba muy bien en Canarias, todas las semanas había un programa en Radio Las Palmas los días sábados, y yo siempre estaba de artista invitado".
Con dieciséis años, cuando ya empezaba a darse a conocer en las islas, hizo las maletas y dejó el barrio de La Isleta para probar suerte en Barcelona, donde al principio le rechazaron más de una vez por su aspecto físico. "No fue fácil", contó. "Estuve allí quince días buscando trabajo y no me daban. Me hacían pruebas y todo (como cantante), porque era la única forma; si no, me tenía que meter a fregar platos. Llegó un momento que me vi muy desesperado al no encontrar trabajo [...] En ese tiempo estaba en Barcelona muy de moda el travesti, y yo estaba acostumbrado a vestirme de china en el carnaval de mi tierra, y entonces me dije: 'Si canto, puedo hacerlo vestido de chica'".
Tras superar una prueba para entrar a trabajar en la sala de fiesta Barcelona de noche, en pleno Barrio Chino, fue contratado (y bautizado como Paco Spain) para regalar copla y cachondeo a los asistentes a aquel local. Al principio, lo hacía vistiendo pantalones (aunque maquillado como una mujer) y ganaba apenas 400 pesetas al día. Al cabo del tiempo empezó a adquirir popularidad en la escena canalla de la Ciudad Condal, donde en los años difíciles del tardofranquismo parecía soplar un mayor viento de libertad. "Las primeras veces me sentí muy cohibido. Me sentía como desnudo en la pista. Salía frío creyendo que hacía el ridículo. Pensaba: '¿Qué necesidad tengo de estar vestido de mujer para hacer esto?'. Pero es que, si no lo hacía, no comía. Poco a poco me tuve que ir acostumbrando y ya me fue gustando", confesaría luego el canario, quien se definía a sí mismo como un hombre bisexual, y acabó enamorándose de una bailarina de su espectáculo con la que tuvo a sus dos hijos, Ricardo y Mariángeles —lo que no impidió que también tuviera sus amantes masculinos—.
En 1975, el propietario de la sala en la que Paco trabajaba decidió llevárselo a Madrid. Allí, el artista pasó cuatro años ejerciendo de presentador y showman (primera figura) de la sala de fiestas Gay Club, ubicada en los bajos del Hotel Nacional y con capacidad para casi 500 personas. Los admiradores de Paco, que llegó a convertirse en emblema de aquella mítica discoteca gracias a espectáculos como Loco, loco cabaret, han destacado siempre su gran capacidad para reírse de sí mismo y lo valiente que fue en su día para atreverse a subirse a un escenario ataviado con ropa de mujer en una época en la que el travestismo podía ser motivo de denuncia de acuerdo con la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social. "Yo actuaba con Franco, y en el camerino había una bombilla que encendían desde fuera cuando venía la policía al local, y entonces, en vez de vestido, nos poníamos pantalones, pero salíamos a trabajar igual. Al final, la policía nos dejó por imposibles", recordaría el propio artista en una entrevista de 2006.