Cuando Julie Ghatan abrió Dovetail en el 2008, notó que los clientes que entraban a su tienda, en el barrio Noble Square de Chicago, sin darse cuenta que muchos de los productos eran viejos, en lugar de ofrecer nueva mercancía.
“Se les veía en la cara cuando se daban cuenta”, dijo Ghatan.
Los clientes daban la vuelta y se marchaban. Ahora no sucede más.
Comprar productos de segunda mano ha pasado de estar estigmatizado a ser una práctica común. ¿Cómo notarlo? Los almacenes quieren participar.
Los compradores disfrutan la emoción de encontrar una oferta o un producto único, o el comprar sin preocuparse por el impacto ambiental de la industria textil. Otros son compradores y vendedores, conscientes de que cada compra puede ser revendida para abrir un hueco en su billetera -y su closet- para algo nuevo.
“Es mejor para el medio ambiente, mi billetera y mis valores”, argumentó Izzy Howard, habitante de Humboldt Park de 24 años, cliente de Crossroads Trading en Wicker Park.
La postura sobre los productos de segunda mano empezó a cambiar durante la última recesión, cuando “el encontrar descuentos se puso de moda”, explicó Oliver Chen, analista de ventas al por menor de Cowen & Co.
Más de una década después, esta práctica se ha consolidado como algo más que una moda pasajera. En los últimos cinco años, las tiendas que venden productos usados han crecido más que los almacenes tradicionales, sin contar las tiendas de descuento y las minoristas fuera de precio, explicó David Weiss, socio de consultora McMillanDoolittle.
Hasta almacenes tradicionales como J.C. Penney y Macy’s están probando la venta de ropa de segunda mano.
“Esto no es una moda que va a desaparecer pronto. Es un cambio generacional”, dijo Weiss.
Quizá es algo multigeneracional. Cuando Linda Beckstrom, de 64 años, era más joven, la compra de productos usados significaba ir a tiendas desorganizadas sin probadores, que obligaban a probarse prendas en los pasillos. Hoy, ella busca promociones en tiendas como Buffalo Exchange, ubicada en un sector de la Milwaukee Ave., en Wicker Park, junto con varias tiendas de antigüedades y de segunda.
“Cuando la ropa es cara, no te diviertes tanto y a veces la ropa de aquí es más interesante que la ropa del montón que se ve en Target”, dijo Beckstrom.
El internet ofrece sitios para todos los gustos. Los vendedores que opten por no manejar transacciones por si mismos, pueden enviar sus productos a compañías que operan como tiendas de descuento. Por el lado de los productos de lujo, la tienda The RealReal ofrece productos de lujos autenticados, mientras que ThredUp incorpora un amplio rango de marcas disponibles en un centro comercial tradicional.
Otros portales, como eBay, Etsy, Depop y Facebook Marketplace, permite a los clientes comprar y vender directamente entre si.
Marcas y almacenes tradicionales se están uniendo, también. Patagonia le brinda al cliente un vale a cambio de artículos que la tienda pueda revender. Macy’s y J.C. Penney han ofrecido productos de ThredUp en algunas de sus tiendas, incluyendo la sucursal de Macy’s en State St. y Water Tower Place, Oakbrook Center y los centros comerciales Old Orchard.
Asociaciones en ThredUp, basada en San Francisco, llegan a los clientes que quieren tocar y sentir la mercancía antes de adquirirla, contó su portavoz, Samantha Blumenthal, en un correo electrónico. La compañía comenzó en el 2009 como un lugar para intercambiar prendas masculinas, pero ahora se enfoca en ropa para mujer y niño.
La tienda ThredUp, localizada en el Macy’s de la State St., esta llena de artículos para mujer de marcas que Macy’s no vende como Madewell, American Eagle Outfitters, J. Crew y Lululemos, además de algunos bolsos. Blumenthal dijo que los productos varían tienda a tienda dependiendo de lo que los clientes busquen por internet.
Esto representa nueva competencia entre tiendas por internet y las tradicionales, las antiguas y de consignación, para clientes y compradores.
Sin embargo, las tiendas de usados locales aseguran que tienen dos ventajas. La primera, que los compradores tienden a tener creer menos en la talla y la condición de un producto de segunda mano, lo que anima a los clientes a probar los productos en persona antes de comprar. La segunda, que algunas tiendas ve a la competencia como motores para incrementar su clientela.
“Recibimos de buena manera el crecimiento de otros negocios de productos de segunda mano”, declaró Gina Nowicki, portavoz de Crossroads, que cuenta con 37 tiendas según su portal web.
“Todo el dinero invertido en mercadeo sirve para decirle a la gente que lo usado es una opción real”.
Algunas tiendas de descuento también han comenzado a vender por internet. Según Cindi Dibuglione, dueña de Cynthia’s Consignments en Lincoln Park, tienda que ha vendido en eBay desde 1995 y tiene empleados solo para el sector internet, la audiencia general genera precios más altos, especialmente a la marcas y proveedores más buscados.
Otros dueños usan las redes sociales para incrementar las ventas, pero han encontrado que vender por internet vale la pena, a excepción de los productos de mayor valor que necesitan de una audiencia más amplia.
“Prefiero que alguien entre y tenga una buena experiencia”, dijo Sasha Hodges, copropietaria de Kokorokoko Vintage, en Wicker Park, especializada en artículos y accesorios de los años 80 y 90.
Algunos de los clientes esperan, por lo menos, poder ganar algo de dinero también. Hodges aseguró que se da cuenta cuando un cliente compra un producto para vestirlo o para lucrarse en internet.
“En los últimos dos años, siento que hay más de ‘¿esto tiene valor? ¿Puedo revenderlo?’ en lugar de ‘mira, me gusta esto’”, dijo Hodges.
Raven Rothkopf, de 71 años, habitante de Andersonville, comenzó a usar la aplicación Depop para hacer compras y decidió tratar de revender para ganar dinero extra. Dos años después, Rothkopf, estudiante de cuarto año en la escuela Francis W. Parker, estimó que vender cerca de 20 o 30 productos por semana en la aplicación.
Rothkopf añadió que invierte al rededor de cuatro horas al día en la aplicación contestando preguntas y negociando con compradores. Un poco más de tiempo se gasta recorriendo las tiendas de descuento para surtir su tienda por internet, empacando y enviando los productos. Sin embargo, ella disfruta el vender y comprar, y dijo que “gano una buena cantidad de dinero para ser un estudiante que no vive del dinero que gana”.
“Es otra salida creativa para me”, aseguró Rothkopf.
“Lo pienso como mitad redes sociales, mitad negocios”.
Para Stacy Mausolf, de 28 años, habitante de Hyde Park, la reventa se ha convertido en su trabajo de tiempo completo. Ella se unió al portal Poshmark en el 2017 para ganar dinero tras ser despedida de su trabajo como niñera, encarándolo como un negocio desde el comienzo con mercancía de tiendas de descuentos.
“Disfruto las compras, así que revender es una buena manera para alimentar mi adicción a las compras, pero convirtiéndolo en ganancias”, reveló Mausolf.
Sin embargo, vendedores más informales aseguran que eliminar al intermediario que son las tiendas de descuento es más trabajo de lo que vale la pena.
Las aplicaciones y los sitios web que permiten a los clientes ofrecer su propia mercancía y poner su propio precio podrían representar ganancias más altas en lugar de usar tiendas de descuento. Sin embargo, esto requiere fotos artísticamente compuestas, descripciones confeccionadas para apareces en motores de búsqueda y el constante regateo con los clientes.
Emma Cullen, de 26 años, habitante de Logan Square, logró vender exitosamente algunos productos Adidas en Depop, pero pasó trabajos para generar interés en marcas más pequeñas. Cuando necesitó limpiar su armario antes de una mudanza, fue a Crossroad, tienda que le compró ahí mismo.
Conforme crecen las opciones de reventa por internet, puede incrementarse la competencia para las tiendas tradicionales, aseguró el analista Chen.
“Si eres un cliente, ¿visitarías esa tienda o irías al internet para ver miles y miles de productos?”, dijo Chen.
Rothkopf aseguró que todavía disfruta comprar en tiendas de descuento locales, pero cuando necesita algo en específico, se la hace más fácil buscar en Depop en lugar de esperar encontrárselo en una tienda.
Los vendedores de productos de segunda mano por internet también enfrentan sus obstáculos. Swap.com, una empresa basada en Woodridge, dejó de aceptar ropa usada temporalmente tras llenarse de envíos que no llenaron las expectativas. Sus vendedores ahora tienen que pasar por controles de calidad.
Su directora ejecutiva, Jennifer Carr-Smith, aseguró que la compañía intenta incrementar su cuerpo de vendedores de “manera inteligente” mientras atrae más compradores.
“Los ingresos están un poco por debajo de los $20 millones, pero tenemos muchas posibilidades de crecer. Queremos que esta cifra crezca el doble en uno o dos años”, dijo Carr-Smith.