“El mejor piloto de todos los tiempos”, palabras de Jackie Stewart, el hombre que volaba por encima de todos los podios. La leyenda más grande del automóvil. Antes que Messi o Maradona, los argentinos tenían un ídolo incuestionable, Juan Manuel Fangio. El gran piloto argentino que marcó una época. El mundo celebrará cien años de su nacimiento en 2021 y su recuerdo está muy vivo.
Nacido en Balcarce, hijo de padres italianos, desde niño sintió pasión por los autos. Hay muchos corredores de Fórmula 1, algunos brillantes, pero muy pocos genios, uno de ellos es Fangio. Ganó cinco campeonatos mundiales de Fórmula 1 en los años 50. Manejaba cualquier tipo de auto con una destreza asombrosa, ganó carreras con Chevrolet, Talbot, Ford, Mercedes-Benz, Maserati, Alfa Romeo o Ferrari. En 1938 debuta como piloto y la gente de su tierra comienza a seguirlo.
Durante la Carrera Panamericana en Perú en 1948 tuvo un accidente junto a su compañero, amigo y copiloto Diego Urrutia. Este evento marca su vida y descubre que la muerte lo ronda de cerca. Deslumbró en las pistas de Europa, de 1947 a 1958 consiguió 24 victorias y 35 podios. Es el único piloto que ganó cinco premios de Fórmula 1 con cuatro escuderías distintas. Inasequible al desaliento, después de un grave accidente en Monza en 1952 que le aleja de los circuitos, regresa en 1954 para ser campeón. Fangio y su leyenda estaban, sin duda, de vuelta.
Dicen que manejaba como pocos, elegante, parecía que lo hacía a cámara lenta, no cometía errores, siempre usaba la inteligencia y la concentración. Le llamaban “el chueco” por sus piernas arqueadas. Le costó dejar el volante, corrió la Carrera Panamericana y la ganó, con Lancia. Fue campeón con 46 años. Netflix estrena documental sobre su figura, El hombre que domaba la máquina. Y se le señala como el mejor piloto de todos los tiempos. Pero Fangio también destacó por su elegancia, su clase y compañerismo.
Una de las anécdotas que cuenta este documental es la carrera de Monza 1956 en la que Peter Collins, su compañero en Ferrari, le dejó su coche para que acabara la prueba (entonces se podía), cuando competían por el campeonato del mundo, como agradecimiento por el trato que siempre le daba Fangio. Así ganó su cuarto campeonato. El momento más complicado de la vida de Fangio fue su secuestro en 1958 por parte de la Revolución Cubana durante una carrera en La Habana, en tiempos de Batista por hombres de Fidel Castro.
Casco, gafas y guantes, todo su equipo entraba en una sombrerera de mujer. En Argentina los niños coleccionan la réplica de sus coches y tiene un museo del auto en Balcarce. Cuentan que, en el campeonato Mundial de Brasil, Ayrton Senna, al que quería como a un hijo, en lo alto del podio vio a Fangio y subió con él, “nadie puede estar por encima de usted”, dijo el piloto brasileño. El humilde campeón decía, “traté de ser el mejor pero nunca me creía el mejor. Siempre hay algo que aprender.”