A sus 24 años, la modelo 'curvy' gijonesa Marta Camín, una mujer grande por dentro y por fuera (mide 1,81), tiene una autoestima a prueba de bomba que se ha currado y se sigue trabajando mucho delante y detrás del espejo. Y menos mal, porque, si no, su última visita a una tienda de ropa la hubiese destrozado.
«Decidí ir al Bershka de Parque Principado después de que la marca recurriese a una modelo de talla grande para presentar su última colección», explica Marta, una apasionada de la moda que, al entrar al probador con un conjunto que la había fascinado, comprobó estupefacta que todo era «hipocresía» y «un lavado de cara», porque la talla L le abrochaba a duras penas.
Y, con la frustración todavía puesta y cara de «¿pero qué me estáis contando?», colgó un vídeo en Tik Tok -donde suma 240.000 seguidores- en el que se preguntaba «por qué las marcas de ropa no hacen tallas más grandes». Un enigma que parece inquietar a muchos, porque, en poco tiempo, la cuestión encendió el debate en las redes sociales, donde el vídeo acumula más de 50.000 'likes'.
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— Flamy 🅴 Sat Dec 07 08:26:22 +0000 2013
Aunque, en realidad, Marta Camín ya tiene la respuesta: «Se suben al carro del movimiento 'body positive' haciendo ropa elástica, pero las tallas siguen siendo igual de pequeñas porque a las marcas les interesa que estemos delgadas. Y les interesa porque, si pueden ahorrarse dos centímetros de tela en cada prenda, quieren ahorrárselos». Una tiranía en la que, «aunque marcas como Zara ya están abriendo un poco el abanico», otras como Bershka o Pull&Bear, también del grupo Inditex, «siguen con tallas para mujeres irreales».
Con el peligro añadido de que «su público es joven. Y a mí que no me valga una prenda me da igual porque me quiero mucho, pero hay adolescentes que no llevan ni una 34 ni una 36 a las que les puede afectar de forma muy grave. Ahí están las cifras de trastornos alimentarios y de suicidios juveniles, con Asturias a la cabeza del país».
Y sabe bien de lo que habla, porque se subió a una pasarela con solo catorce años. Una época en la que pasó «mucha hambre», en la que empezaron las dietas salvajes y los complejos: «Todas las agencias me decían que, pesando 56 kilos y con mi 1,81, estaba gorda». Tanto, que se lo creyó: «Estuve un verano entero sin ir a la playa porque yo también me sentía gorda. Estaba obsesionada. Menos mal que tengo la madre que tengo, que solo me repetía: 'Si no te quieren, peor para ellos'. Sin ella, no sé que habría sido de mí».
Hasta que, poco más tarde, tiró la toalla y ganó una vida: «Después de tantas dietas, empecé a retener líquidos. Me diagnosticaron hipotiroidismo, me hinché». Un punto de inflexión en el que esta mujer también muy crítica con el mundo de los 'influencers' y su «imagen de mundos y cuerpos perfectos» no tuvo que renunciar a nada, porque, justo antes de que estallase la pandemia, retomó su carrera como modelo -ahora 'curvy', que es como la industria llama a «aquellas que no son tan rectas como ellos quieren»-, que ya la ha llevado por todo el país y que compatibiliza con su trabajo como comercial del sector del automóvil.
Pero, al margen de su belleza incuestionable y de su talla 42 (la más común en España junto con la 44), uno de sus mayores éxitos es otro: «Algunos padres y varias crías me han escrito para contarme que han empezado a comer y quiero decirles que aquí estoy, independientemente de que busquen ayuda profesional». Y el mensaje ya es viral: «Tu cuerpo es tuyo y te tiene que gustar a ti. Tu cuerpo, tus normas. Tú no tienes que valerle a la ropa, la ropa tiene que valerte a ti. Así que, si una marca no hace la que a ti te vale, puerta».