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El nuevo streetwear: cómo la moda urbana ha resurgido en 2020 cuando todo el mundo la daba por muerta

En Corea del Sur y en Japón, eso de vestirse discretamente y con siluetas confortables forma parte de su cultura. Allí, diseñadores como Rey Kawakubo, Yohji Yamamoto, Kenzo Takada o Issey Miyake ya habían extendido esta estética desenfada y (casi) exenta de logos por los consumidores asiáticos. Además, grandes cadenas como Uniqlo o Beams, que coquetea en sus diseños con la estética preppy presente en la Ivy League americana, han hecho de su forma de entender y unificar los conceptos de streetwear y normcore su seña de identidad –y mucho antes que otros–. Desvaneciendo incluso el mito de la individualidad a través de la moda. Todos somos uno, también vistiendo.

“Uno no necesita la ropa para hacer una declaración”, afirma Emily Segal de K-HOLE, creadora del informe de pronóstico de tendencias formado por estrategas culturales. Pero a la vez, esas prendas ya son en sí mismas una declaración de estilo. Las zapatillas deportivas New Balance, las sandalias Birkenstock –con sus múltiples versiones de lujo en casas de moda como Celine, Dries Van Noten, Prada o Loewe–, el auge de las Crocs –con la revisión de plataforma de Demna Gvasaglia al frente de Balenciaga y sobre los pies de Justin Bieber– o el regreso de modelos de sneakers clásicos como las Air Force 1 de Nike y las Superstar de Adidas forman parte de ese regreso estético del streetwear, aunque desde una nueva perspectiva. Una vuelta propulsada por la globalización, Internet y las redes sociales a la que los millennials y centenialls no han podido resistirse.

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