09 10
Tu ropa interior te está avisando de que vives en una época de libertad
Análisis
A lo largo de la historia de la moda, la lencería ha sido un fiel reflejo de los acontecimientos sociológicos. Hoy, por primera vez, nuestra capacidad de elección y la manera en la que nos relacionamos con nuestras prendas íntimas son más personales que nunca

Por Susana MolinaTu ropa interior te está avisando de que vives en una época de libertad Tu ropa interior te está avisando de que vives en una época de libertad

La ropa interior femenina, como hoy la conocemos, es sorprendentemente reciente. Hasta bien entrado el siglo XX, la mujer había vivido encerrada en la jaula que daba estructura a sus faldas u oprimida por un asfixiante corsé. Y, paradójicamente, su vida en sociedad, carente de derechos, le producía el mismo efecto que sus prendas más íntimas. El punto de inflexión en la historia de la ropa interior comenzó hace cien años, con el movimiento de las mujeres sufragistas, y no parece haber culminado hasta hoy.

“La moda interior evoluciona con la sociedad y con la moda exterior, si en los 20 se llevaba no tener pecho ni curvas seguro que habría quien se pusiese bandas reductoras. La mujer va a adaptar la ropa interior a cómo quiere que le quede la ropa exterior”, explica a Vogue.es Nuria Sardá, una de las mujeres que más sabe de lencería, al haber nacido en una de las firmas más emblemáticas del sector. En 1962 su padre, Andrés Sardá, tomó las riendas del negocio familiar de mantillas —Jacqueline Kannedy llevó una de ellas en una visita al Vaticano— cuando estas dejaron de ser obligatorias en las iglesias. Adelantándose a su tiempo, el barcelonés, reutilizó todo el encaje sobrante para crear lencería. En 2008, Nuria tomó el relevo de su padre en la dirección creativa. “Siempre nos hemos dirigido a la mujer, a que ella se sintiese bien, desde los años 60, cuando mi padre creó la empresa. Su misión era que la mujer encontrara lo que a ella le diese ese subidón de moral. No va nunca dirigida al hombre, luego ella ya hace lo que quiera con ella. La lencería es casi como ir a la peluquería o perfumarte. Tú te sientes mejor. Esa siempre ha sido nuestra filosofía”. Nos cuenta en relación a la última revolución feminista que tomó fuerza hace tres años.

Como ya ocurrió con las sufragistas, a raíz del movimiento Me Too, surgido en octubre de 2017, la tendencia en ropa interior ha cambiado radicalmente. La mujer quería no solo dejar de vestirse para el hombre, sino hacerlo sin tener que esconder sus defectos y amando su cuerpo tal como es. Fue entonces cuando los tangas y las bragas reducidas a la mínima expresión dieron paso a modelos de cintura alta, el encaje se cambió por el algodón, y los aros y rellenos desaparecieron. Si en las reivindicaciones feministas de 1968 se llegaron a quemar sujetadores para demostrar las desavenencias con la tiranía de los cánones de belleza, en 2019, el movimiento provocó la caída de los que hasta ahora parecía inapelable: el desfile de los ángeles de Victoria´s Secret.

Tu ropa interior te está avisando de que vives en una época de libertad

Sin embargo, que la lencería haya adoptado formas más sencillas y cómodas es más un acto simbólico que una condición feminista. Chimamanda Ngozi Adichie defiende el feminismo como la libertad de elección para llevar lo que la mujer realmente quiera, incluso si su deseo es un conjunto de encaje: “Si le gusta el maquillaje, deja que se lo ponga. Si le gusta la moda, deja que se vista. Y si no le gusta nada de esto, déjala en paz. No creas que educar en el feminismo significa forzar a rechazar la feminidad. El feminismo y la feminidad no son excluyentes”. La escritora expresó en una entrevista en Racked: “Creo que ya es hora de parar esa estúpida idea de que, de alguna manera, si eres una mujer seria no puedes ni debes preocuparte por tu apariencia”.

A pesar de que el Me Too haya provocado que la demanda de sujetadores sin aro crezca, la conciencia ecológica nos haya empujado a optar por tejidos naturales y los meses de confinamiento nos hayan hecho priorizar la comodidad, existe otra tendencia, igual de fuerte, que busca, de nuevo, la sofisticación. “En estos momentos estamos viviendo un cambio muy fuerte en todos los sentidos y la realidad nos influye también en nuestra manera de actuar. Hay dos inclinaciones, la del algodón y las prendas cómodas, pero como en todo, no siempre hacemos lo mismo. No llevamos, por ejemplo, los mismos zapatos para todo, y la ropa interior tampoco. Lo he visto con los trajes de baño, con los que la gente ha tenido muchas ganas de alegría, de verano, de vestirse, de comprarse un bañador nuevo y de disfrutar. Hay un momento de estar cómodos en casa y uno de verse guapa, de subirte la moral y el estado de ánimo. La ropa interior que te favorece tiene un tirón muy grande”, aclara Nuria Sardá.

Pero la ropa interior femenina no solo ha evolucionado con el papel de la mujer en la sociedad, sino que también lo ha hecho con las crisis económicas. Y no precisamente hacia su cara más austera, todo lo contrario. En las épocas de mayor necesidad, la abundancia se ha llevado por dentro. Ocurrió en 1947, cuando Dior, en plena posguerra, lanzó su famosa colección New Look, una silueta que, como todas las tendencias, necesitaba de un apoyo interior, en este caso, de una faja que diese forma a la silueta reloj de arena. La crisis del Golfo, en los 90, trajo consigo el Wonderbra y la campaña Hello Boys protagonizada por Eva Herzigova, una de las mayores revoluciones en lencería: “Para mí uno de los momentos más llamativos fue la época del push-up porque fue un cambio brutal. Anteriormente era todo el cuerpo natural, la figura, y de repente fue juntar el pecho y subirlo de una manera bestial. Cambió totalmente y fue generalizado, todo el mundo tenía que tener ese sujetador. Cambió la manera de ver el pecho y la figura”, recuerda Nuria Sardá, que ha sido testigo de cómo la lencería ha evolucionado con los cambios sociales. “En la época de mi padre se llevaba un tipo de braga-faja, cuando las mujeres empezaron a llevar pantalones y se tenía que tener la figura super ajustada, pero el culo quedaba aplastado. Entonces mi padre se inventó una faja que tenía una apertura para que no aplastase el culo y la figura quedase más natural”. Eran los 60 y la mujer se acababa de incorporar al mercado laboral.

Hoy, ante una nueva crisis en la que la comodidad parecía imponerse debido a la proliferación del teletrabajo y la reducción de los planes sociales, la historia vuelve a repetirse y el algodón de los icónicos conjuntos de Calvin Klein que vuelven a estar de moda, no parecen ser suficientes para una mujer que, al fin puede elegir lo que quiere ponerse. “La ropa interior además de ser bonita te ha de ayudar, hay muchos tipos de cuerpos y algunos necesitan unos soportes. A lo mejor la persona que antes no necesitaba copas, ahora no se las pone pero hay mucha gente, por ejemplo, que no tiene los dos pechos del mismo tamaño, porque ha sufrido algún tipo de operación o porque su cuerpo no es simétrico, nosotros hacemos modelos en los que puedes sacar los rellenos interiores para compensar estas diferencias. La ropa interior ayuda a la mujer también siendo un poco cosmética”.

Y, mágicamente, por primera vez en la historia de la moda, nos encontramos en un periodo en el que todo (absolutamente todo) se lleva, y elegir una determinada prenda empieza a ser más una cuestión de personalidad que de tendencias. Pero, ¿cómo llegar a esta conclusión si no podemos verlo? Nuria Sardá nos da el mejor truco de medición: la ropa de baño. “Puedes ver braguitas muy extremas, casi ochenteras, al lado de culottes altísimos. Actualmente la tendencia es que cada uno se vista como quiera, que no haya normas y que nadie te tenga que decir cómo te tienes que vestir. En un momento determinado puedes querer una prenda espectacular y mínima o una espectacular y máxima. Y las dos son tendencia. Y no hay imposiciones. La gente está harta de tantas normas y tiene que ver con la reivindicación de la individualidad. Tú no tienes por qué seguir a nadie para tener un estilo, se reivindica el estilo propio y la personalidad de cada uno. Antes todo el mundo tenía que ir de una determinada manera, y a la mitad de la población seguro que no le iba pero se lo tenían que poner para estar a la moda. Y yo creo que eso ahora ya se ha abolido totalmente. La gente ha entendido que lo importante eres tú y tu personalidad y que lo que vale la pena es ponerte como a ti te gusta verte. Hay un deseo de sentirse bien, eso siempre prevalece”.

Sujetadores bonitos y cómodos que te harán sentir como que no llevas nada

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